VUELVEN LOS ÁRBOLES AMARILLOS...

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Penumbra en silencio...

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COLORES MAGICOS EN MIS ARBOLES

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COMIENZA UN NUEVO DIA...

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...EN MI DESIERTO...(Erg Chebby)

miércoles, 10 de febrero de 2010

Capítulo VIII: "Atari"







Atari – Una piedra o una formación se encuentran en 'atari' cuando están bajo amenaza de captura inmediata (similar al 'jaque' del Ajedrez). La posibilidad de avisar al contrario sobre tales situaciones, diciendo simplemente 'atari' es algo que debe ser acordado antes de comenzar a jugar.(Juego BADUK Japonés)




“¿Así que te llamas Bolero?” Preguntó al precioso animal que no cesaba de mirarla con cierto halo angelical…El perro giró un momento la cabeza como queriendo hablarle y se tumbó a sus pies. Ella sonrió. Metió el libro en el bolso, el papelito y cogiendo al vuelo su cesta de bolso se dirigió a la casa seguida devotamente por Bolero.
“Rosa!!, Rositaaaa!! ¿Dónde estás?” La pobre mujer salió de una de las estancias despavorida y horrorizada por los gritos con un lienzo en las manos e hilos de colores desparramándose por su albo delantal. “¿Qué pasó Señora? ¿Qué sucedió?”
Ella la miró y con los ojos le rogaba sinceridad a la pregunta que iba a hacerle en breves segundos. “Rosa, ¿ha venido alguien preguntando por mi desde que estoy aquí?”. La pobre mujer bajo los ojos abochornada y emitió un suspiro de culpa. “Rosita, por favor, respóndeme, es muy importante”.
Bolero se había quedado tumbado en el portal principal observando la escena como estupefacto, sabiendo exactamente que debía hacer en esa ocasión. Rosita miró al perro y contestó:



“Señora, hay un perrito en la puerta.”
“Rosa, lo sé, no me evadas, dime si alguien ha venido preguntando por mí. “
“Si Señora. El me rogó que no le platicara nada Señora. Vino a los dos días de usted llegar aquí. Pensé que era un amigo de Don Javier, porque el Señor llamó para que le tratara bien, que son amigos.”
“¿Qué pinta aquí Javier Vega? Pensó ella… Dios mío, ya no entiendo nada.” “Dime Rosa, ¿quién era el Señor que vino? Quiero saberlo todo, y no me mientas.”
“No se me enoje Señora, el vino a preguntar por usted, yo le conté que había llegado a dos días, era alto, guapo, muy educado, tiene aspecto de listo Señora, no como los chavos de aquí que llevan el comal en el cinturón Señora. Ha venido más veces, pero no quiso que usted supiera nada. Lo siento Señora” Y la pobre bajó los ojos hasta hundirlos en el fondo de su inmaculado delantal cubierto de hilos y algo de vergüenza por la traición.
“No te preocupes Rosita…tranquila, no pasa nada”. Ella se dirigió a su dormitorio seguida por el devoto e incansable Bolero y decidió terminar con este asunto. El grado de entusiasmo que corría por sus venas era tanto como cuando él la tocó por primera vez, aquel beso… la habitación, el antifaz (que aún conservaba), lo recordaba cada día, cada segundo…ese hombre era como un tatuaje en su piel, con ella siempre, imposible de borrar… Una vez en su dormitorio, se cambió de ropa interior, bonita, sexy y negra... y se deslizó un vestido largo de color blanco de seda bruta (como lo llamaba Rosita) que ella había confeccionado y que se
ajustaba a su cuerpo como una segunda piel. Se observó en el espejo, y esbozó una sonrisa malévola, alimentándose de su propio reflejo y alienándose de poder, o de pasión, o de excitación, o quien sabe qué…Se azuzó el largo cabello negro y así descalza y vestida de ansia salió del dormitorio cuando Bolero la interrumpió. Lamió sus tobillos con delicadeza y ella pareció entender que la siguiera. “Vamos Bolero, llévame hasta él” Y el perro dispuso la marcha. La llevó a la playa, y trotaron por la playa conocida para ella hasta un paraje coronado de Torrey Pines, pinos altísimos oriundos de California y que inundan con su fragante olor las noches y tardes de la zona. Bolero la guió hasta uno de ellos y para su sorpresa, clavado en ese pino había un sobre. Lo abrió con estupor y muchos nervios “Mi querida y preciosa Sultana, tu, que creías que nadie te sorprendía… jajajaja…ven, y cántame ese bolero que me debes”
El perro comenzó entonces a correr hasta una de las casas que había justo detrás del pequeño bosque de Torrey Pines. Nunca se había ocupado o preocupado de saber quien estaba allí. No era una prioridad para ella. Corrió detrás de Bolero como pudo y al llegar a una de las casas el perro se sentó. Ella supo que en esa casa iba a entonar, a tararear ese bolero que tanto había “ensayado” en su imaginación. Llamó al timbre y se abrió la puerta… de nuevo… todo resultaba tan familiar… En el jardín, tapizado de velas enormes y perfumadas y antorchas de llamas azules había un tablero de ajedrez con algunas figuras finamente talladas y de un tamaño considerable, una Reina Negra, un Caballo Blanco, un Rey Negro, un par de peones y dos torres de cada color. Pisó el tablero y tomo entre sus frías manos el Rey Negro. En la piscina iluminada flotaban inconscientes Water Lilies moradas. Ella observó el escenario como si de una niña se tratase… El perro se paró en la entrada principal como queriendo indicarla el camino y se marchó. Allí quedó ella, en la puerta, con el Rey Negro entre sus manos, acariciándolo… se lo llevo a la boca y lo rozó con los labios sin motivo alguno y empujó la puerta del… Edén, tal vez???
Cuando entró en la estancia el olor a naranja, nuez moscada y bergamota la hizo estremecerse, al fondo, una chimenea encendida chisporroteaba quejándose y un hombre en la penumbra, acomodado en un enorme sillón orejero, silbaba un bonito bolero… “Entra, ven…”
Ella obedeció manejable y sumisa y él le indicó un bonito colchoncillo que reposaba entre la chimenea y él. Allí, sentada con el albor del fuego en la cara de aquel hombre, ella lo observaba como queriendo aprender y memorizar cada uno de sus rasgos… Había olvidado sus ojos, oscuros, o eso pensó, rebosantes de vehemencia, su cabello grisáceo casi empezando a caer sobre su robusto cuello, sus dientes, blancos como perlas de Kobe y alineados perfectamente como en un desfile militar se organizan los soldados. Sus manos, que recordaba bien, callosas y recias, pero fuertes y cálidas. El se acercó a ella sin levantarse, y con su dedo pulgar le acarició los labios. Ella se dejó sin mediar palabras entre ambos. Ella pensó que era mucho más atractivo de lo que recordaba!! Y con don clarividente, el sonrió sin dejar de acariciarle la boca… Cuando ella cogió su mano con las suyas, él la miró extrañado, y mientras ella besaba esa mano que había profanado sus íntimos rincones tantas veces, ella alcanzo a decirle: “Tal vez sea el momento de que oigas el bolero más bonito del mundo” Con una sonrisa perfecta, el contestó: “Primero permíteme que te mire. Solo quiero mirarte.” Se giró sobre el sillón y le ofreció una copa de cristal mexicano, áspero y bronco con un liquido amarillento fresco… vino… ¿español quizás? Aquel fue el único momento que dejo de mirarla para volver a hacerlo con los mismos ojos de arrebato, de soberbia…el Rey Negro reposaba
entre sus muslos dorados… presagiando, profetizando que aquella seria una noche de Atari. Y así quedaron, mirándose el uno al otro, aprendiendo sus rostros frente a frente, el solo sonreía, y a veces, parecía que sus pestañas acariciaban con suavidad infinita el rostro de esa mujer morena…Ninguno de los dos supo cuanto tiempo transcurrió, hasta que él interrumpió el oscuro silencio y dijo: “Eres bonita mi Sultana…pero tus ojos están abatidos, lloras porque no encuentras a quien querer.” Ella sonrío. Había aprendido su juego. “Dime Sultana, ¿me amarás a mi esta noche?... Solo una noche.”


Ella hizo ademan de levantarse, con el Rey Negro entre sus manos, y antes de que se diera cuenta, el se levanto de su cómodo sillón, Dios, no recordaba su altura… y se inclinó a cogerla… la levantó como si de un delicado objeto se tratase, con dedicación la llevo a un dormitorio con una inmensa cama. En la puerta la beso. Un beso… ese beso… esa lengua retozando con la suya de nuevo, sus dientes que mordían con ternura sus labios carnosos, esas esencias tan intensas que estimulaban todos sus sentidos… “Dios mío, para el tiempo ahora mismo!”
Por primera vez, ella se atrevió a decir”Si lo deseas, esta noche te amare… solo esta noche. Será de forma que lo recuerdes siempre, y tal vez, jamás seas de nadie más que mío”
El la miró y ella entonces fue quien le beso…

5 comentarios:

  1. !Coño pues si que sabes escribir! ¿Para cuando el cafetito que te conozcamos?
    Cuida a la niña que te la ves conmigo.
    Un besçin

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  2. Este capítulo es de la Niña. Y tranquila, se cuida ella muy bien....y espero que me cuide igual y me deje que la cuide a ella. Café cuando quieras, incluso con pastitas y todo. ¿No serás rubia?

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  3. Por cierto, que dice la Niña, que te trate bien o me hincha a ostias. !Paqué las prisás!

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  4. Yo si soy rubia ¿Ke pasa? ¡Otro con las rubias! Ya se te ha pegao lo malo de la Negra. Weno k me gusta tu blog. Un beso pa ti y un ashushón pa mi Pi.

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  5. ....No es por nada personal, a mi me da igual lo de las rubias, es la Niña la que no las traga....no me deja acercarme a ellas.....Tiene fijación. Es broma, saluditos. Gracias por tus halagos al blog, le daré el "ashushón" de tu parte , si me permites tu y se deja ella.

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