VUELVEN LOS ÁRBOLES AMARILLOS...

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Penumbra en silencio...

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COLORES MAGICOS EN MIS ARBOLES

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COMIENZA UN NUEVO DIA...

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...EN MI DESIERTO...(Erg Chebby)

lunes, 1 de febrero de 2010

Capítulo III, "¡¡Calla¡¡"







El antifaz no la dejaba ver nada, era como un suave abrazo de seda, que acariciaba su cara, sus oidos, su nuca....y que la separaban de la realidad, del mundo, el mismo que un rato antes compartía con aquellos hombres grises en aquel lúgubre bar...

Él la mantuvo echada, de espaldas, totalmente desnuda....Agarró sus manos y se las sujetó con un pañuelo, la inmovilizó. No quería que ella pudiera hacer nada que él no deseara...ni siquiera repetir el episodio del coche, donde su cuerpo femenino, deseable, respondió con avaricia a sus propias embestidas, las de ella....

Así tumbada, de lado, tras esa breve caricia que memorizó su espalda....el hombre, de pie junto a la cama, parecía observar cómo el cuerpo de esa hembra empezaba a retorcerse, incosciente, tratando de liberarse, de soltar la ligadura...La admiró, recorrió con sus ojos ese cuerpo a su merced, que se contoneaba.
¡Calla¡, le dijo cuando ella comenzó a decir....¡ven...¡.
La mujer, privada de uno de sus sentidos, privada de su libre movimiento, calló con un gemido largo y profundo....que parecía surgir de su centro mismo del placer...

Excitado, desesperádamente excitado, él miraba aquel cuerpo que tan fácilmente podría horadar, acariciar, arañar, estrujar, morder, chupar, paladear.....Esos pechos, suaves, pequeños, como fruta fresca dispuesta para ser comida....coronados por unos pezones que hacía mucho tiempo que estaban ya erectos, duros, señalando al frente, como llamándole para que los pellizcara, para que los mordiera...Sus caderas rotundas, giradas en un angulo casi imposible respecto de las piernas, parecían sin embargo querer esconder un sexo pequeño, discreto, con exactamente el mismo tono de piel que el resto de la desnuda mujer, coronado por una pequeña mota de pelo, delicadamente depilada....Por un instante, obcecado en su propio deseo, casi no puede refrenar el impulso de agacharse y, separándole con violencia esas increibles piernas, hundir con fiereza su boca entre los pliegues que, apretados aún, brillaban por el chorreo incesante de flujo que el deseo de la mujer le producía....
Pero no, se refrenó y se mantuvo en pié, cautivado...Solo mirando...
Con cuidado, arrastró a la mujer a un extremo de la cama cubierta con una espantosa manta barata que imitaba una gigantesca piel de cebra....
Ella sorprendida, se dejó hacer.....había estado atenta a todos los sonidos que llegaban a sus oidos, ciega y atada....Había estado esperando el ataque final de ese extraño hombre que la trataba como un objeto mágico de placer y del deseo ajeno....Esperaba en cualquier momento que las manos, duras, suaves....¿cómo eran?, de él, la recorrieran con desesperación, la tocaran, la abrieran, la hurgaran, la hicieran desear que no parasen nunca....
Oía su respiración, entre los espasmos en los que se estaba convirtiendo la suya....Lo escuchaba mientras se movía por la habitación...Sabía que la estaba mirando, sabía que la estaba deseando que le provocaba una excitación difícil de definir...Lo sabía porque estaba acostumbrada a crear ese estado de ansiedad en todos sus amantes...Pero este extrano hombre, rústico, basto, era distinto.
De pronto una suave melodía arrancó a sonar, desde ambos lados de su cabeza...desde unos imaginados altavoces, pues ni se había fijado al entrar en la habitación, marcando un lento ritmo que hacía que el latido de su sexo tratara de acompasarlo.....Pero no escuchó nada más.
Él se había ido.
Desconcertada, así se sentía además de más excitada de lo que hacía muchos años recordaba..., supo que la había dejado sola, en aquella habitación de una casa extraña, silenciosa, luminosa....
Trató de ordenar sus ideas, de sabér cómo y por qué había llegado a donde se encontraba....
Hacía solo una hora, en un cutre bar del barrio portuario de esa anodina ciudad, esperaba a que llegara la hora de ir a su clase de baile de salón, como todos los sábados. No sabía exactamente porqué, aparcó lejos de la academia, en el primer lugar libre que apareció. Quizá porque estaba harta de las miradas que le echaba aquel sucio vigilante del parking que había junto a la academia. Recordaba cómo de pronto, de entre las hebras de humo que ascendían del extremo de su caro cigarrillo extranjero, un individuo, él, la asaltó de manera que sin saber cómo su lengua se introdujo en su boca y ella sintió...deseó que hiciera lo mismo en su sexo....Luego....
Ahora, estaba allí, sola, sin saber qué iba a suceder, sintió miedo.....y su excitación creció hasta que tuvo que refrenar los estertores de placer, de orgasmo no deseado, que en su profundidad empezaban a abrirse paso....
Entonces, mientras un lánguido blues, raspaba la electrizada habitación, escuchó cómo se abría la puerta y, sin casi poder interiorizar sus sensaciones, algo la destapó, la volvió cara arriba, sintió como unas manos separaban sus piernas, las estiraban hasta casi alcanzar su cabeza y...un ardor terrorífico, un fuego que la hizo chillar, la inundó toda, sin saber qué estaba pasando, sin saber si iba a poder seguir respirando....sin poder dejar de sentir cómo su íntimo charco, que era en lo que se había convertido su entrepierna, estaba siendo penetrado....

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