VUELVEN LOS ÁRBOLES AMARILLOS...

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Penumbra en silencio...

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COLORES MAGICOS EN MIS ARBOLES

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COMIENZA UN NUEVO DIA...

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...EN MI DESIERTO...(Erg Chebby)

jueves, 18 de febrero de 2010

Capítulo IX: "Duty Free"







Por la mañana, cuando las luces del alba comenzaron a acariciar su piel, se supo sola antes de girar su cuerpo, que miraba hacia el portalón, desnudo, aún sudoroso, y que ocupaba el extremo derecho de aquella inmensa cama.
Volvió a su casita azul, paseando por el camino estrecho que ronroneaba entre esos arbustos que, de repente, sin ninguna justificación, respetaban la playa, dejándola límpida, pura, virgen.... Ocho días después se encontró, como si la pesadilla empezara al despertar, en la incómoda silla de su anodino trabajo. Era lunes. Llovía. Sólo hacía unos minutos que se había sentado. Sintió la incómoda minifalda como ajena; ese discreto pero caro tanga no acababa de encajar. “No compraré más en los duty free“, pensó. Para su desesperación, en ese momento entro en el centro la jefa de calidad, con su aire de suficiencia, con sus ademanes exagerados, su apariencia de pija “demodé“, su...No le dió tiempo a pensar más. Siempre la ignoraba y entraba sin ni siquiera decir buenos dias. Pero esta vez se dirigía directamente hacia ella. Se envaró en el asiento y sintió un ligero pellizco bajo la incómoda y exageradamente corta falda del uniforme de trabajo. “He de recortar la etiqueta del tanga“, pensó.
“¿Tu te has creido que que soy tu criada?“. Le espetó a bocajarro la jefa, soltando unas bolitas de saliva que intentó evitar.
Le arrojó un paquete envuelto en papel de estraza, recio, con un cordel basto y una antigua etiqueta de correos. “La próxima vez le dices a tu chulo que te lo entre él.“
¿El?. Alguien la había parado al otro lado de la calle, cuando salió de su ostentoso BMW, y le había entregado aquel paquete para la chica de recepción. La jefá, a pesar de su altivez, no fué capaz de resistirse a la mirada fija y penetrante con la que aquel grandullón la taladró. Ni siquiera ella fué capaz de replicar. Tan solo obedeció. Por eso se acababa de desquitar con su subordinada.
¿El?. Salió corriendo, ignorando la mirada de desdén con la que la estúpida jefa de calidad la miraba mientras se metía en el ascensor y, ya fuera, miró a uno y otro lado de la estrecha calle. Casi no había nadie. Acababan de dar las 10 en el reloj de la catedral, a 3 ó 4 manzanas de allí. La tienda de vestidos de novia de enfrente, aún estaba cerrada. La chica de la inmobiliaria estaba agachada manipulando un pesado candado que bloqueaba el cierre metálico. Tan sólo la cafetería del local de al lado, parecía tener algo de vida. Corrió dentro y con desesperación miró a ambos lados, a la barra y a la hilera de mesas que se alineaban junto a la mugrienta pared pintada de azul añil alguna vez. Sólo consiguió que las miradas de los 4 albañiles de la obra de la esquina se giraran para desnudarla con la mirada, mientras seguían con sus carajillos de media mañana. Parada en la entrada, con la escandalosa máquina tragaperras a la izquierda y con un gordo con apariencia de no haberse lavado el pelo en quince años a su derecha, que se agachó para recoger un paquete de la máquina de tabaco mientras descaradamente le miraba las piernas....
Se recompuso. Instintivamente estiró la minúscula minifalda y salió. A un lado y otro de la calle no se veía ni un alma. Tan solo un todoterreno grande y gris que se acercaba desde un par de travesías y que pasó ante ella desesperándola justo cuando quiso cruzar la calle.
Llegó hasta la esquina de la corsetería, junto a la portería del único edificio que aún tenía portero y que barría en ese momento la acera, como si fuera su más preciada propiedad. Se le acercó.“Hola Matías, ¿Has visto un hombre grande pasar por aquí?“. El anciano se giró y, con esa triste y derrumbada mirada que sólo se iluminaba cuando ella le llevaba un par de donuts a medio dia, sonrió y le dijo que no, que acababa de salir porque había estado recogiendo el barro con el que algún descuidado vecino había manchado su imaculada portería de mármol. Sin ningún interés en la conversación que el viejo quería iniciar, dedicándole una discreta sonrisa de agradecimiento, se dió la vuelta y echando una última mirada a ambos lados de la calle, triste y cabizbaja, volvió a su trabajo.
El paquete, que deslió en un instante, arrancando a tiras el papel, duro y recio como el cartón, contenía un pequeño librito de mapas de carreteras, una bolsita de tela, un sobre amarillo y una caja de cartón pequeña.
Estaba temblando. No sabía de qué se trataba todo aquello, pero su interior, su alma y, la humedad de su sexo que empezaba a notar, querían...no, deseaban que fuera “Él“.
Un grito seco, metálico y desagradable, salió de repente del intercomunicador que, junto a su pantalla de ordenador, eran las únicas cosas que ocupaban espacio en su gigantesca e inutil mesa...junto a la caja, claro.
“Sube inmediatamente a mi despacho que has de compulsar urgentemente unas valijas para mensajería.“ “Odio a esta puta bruja“, pensó. Sin poder concentrarse en otra cosa, a toda prisa tanteó la bolsita de tela, donde notó algo pesado y frio, abrió el sobre, donde había una arrugada foto de una especie de ermita junto a un lago, con unos preciosos árboles de hojas amarillas alrededor. En la cajita de cartón, envuelta en algodón, había una pieza de ajedrez tallada toscamente en piedra verde clara. Un caballo. Lo miró como hipnotizada. Del librito de carreteras, sobresalía una estrecha tira de papel. Lo reconoció al instante. “No volviste, mi Preciosa Sultana, así que he venido a por ti....Cuida de él. Pronto te llevará hasta mi...“. Marcaba una página donde con rotulador en el mapa, un círculo marcaba un pueblecito. Su pecho no se movía. Estaba conteniendo el aliento. De su mano izquierda, de la bolsita de tela, se escurrió una chapita que ponía “Bolero“. El antifaz negro asomaba silencioso.

1 comentario:

  1. ¿Pero que ha pasado?Por favor, no se lo tomes en cuenta. Ella es de una sensibilidad extrema, sufridas mentiras y llantos inconsolables.No te enfades, ayúdala.Te lo dice alguien que la conoce muy bien.Y merece la pena.
    Un beso.

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