VUELVEN LOS ÁRBOLES AMARILLOS...

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Penumbra en silencio...

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COLORES MAGICOS EN MIS ARBOLES

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COMIENZA UN NUEVO DIA...

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...EN MI DESIERTO...(Erg Chebby)

domingo, 14 de marzo de 2010

Capítulo XII: "!!!Ay Dios¡¡¡"





“Ay Dios”… exclamo ella…Todo estaba complicándose demasiado. Tan solo quería ir a verle, y ahora apareció de la nada alguien que intuía extraño… y la llamada…
Y embutiendo en su bolso el billetero, salió corriendo con dirección a su trabajo, asustada, tan ofuscada que, al cruzar la calle, no alcanzo a ver el coche que a toda velocidad se dirigía en su dirección… y ocurrió lo temido, lo peor.
Fernando estaba fuera de este mapa. Había recogido un cliente gris y austero, y en ese preciso instante, lo único que pensaba era en que ese personaje le daría una propina mísera…
Intento entreabrir los ojos. Y todo lo que podía ver era blanco. Y unos murmullos susurraban sin voz a su alrededor. Trato en vano moverse. Dolía… Un daño punzante y amargo en todo su cuerpo. No podía pensar, siquiera imaginar donde estaba. Poco a poco, empezó en proceso de vuelta a la realidad… Y comenzó a recordar el golpe del coche, pero tampoco era capaz de acordarse de nada más. Se figuro que estaba en un hospital, sin pistas, sin trazas ni huellas… solo imaginaba. Trato de concentrarse en los susurros e identificó voces. Su hermano Jorge. Si.. allí estaba… Fernando… también… su amiga Elena, y más lejos, algunas voces que parecían familiares para ella. Y él, volvió a su memoria como palabra inacabada. ¿Qué habría pasado con él? ¿Cuánto tiempo estaba ella allí? Lo había ya perdido para siempre…
Jorge charlaba animado con Elena. Fernando permanecía en un rincón pensando en ir a cafetería a fumarse un Marlboro cuando entro en la habitación alguien desconocido para el… sobre todo por las caras asombradas de Elena y Jorge. Y el silencio se hizo dominante y necesario.
“Buenas tardes, espero no importunar… ¿Podría hablar con Jorge, por favor? Jorge respondió con rapidez estrechando su mano en un gélido saludo “Hola, que tal? Soy Jorge… hablamos por teléfono esta mañana”
Su hermano Jorge, había recogido su teléfono móvil y al ver el sms, decidió llamar a ese desconocido para comunicarle que ella estaba en el hospital. El desconocido mostrando asombro y con voz atónita pidió detalles a Jorge, que se le concedieron con sumo cuidado. Lo que Jorge no pudo alcanza a imaginar es que, ese anónimo se presentara en el hospital un par de horas más tarde.
Elena conocía también parte de la historia… solo que su amiga obvio comentarle que ese hombre fuese tan atractivo… esbozo una sonrisa mediana con aire cómplice, y con elegancia y recato, mientras toda la dimensión humana de él se acercaba a la cama donde ella dormía, Elena y Jorge se levantaron de sus sillas con dirección al pasillo. En la esquina…. Fernando.
El hombre la miro… ella dormía. De sus ojos profundos se escapaba una ternura infinita. Se acomodo a su lado y le acaricio el rostro, el pelo, los labios con sus manos rudas y amplias, intentando con cada caricia esmerada que abriese las ventanas de sus ojos. La acaricio por debajo de la sabana inmaculada, su piel, esa piel densa y eternamente suave que otras veces se atrevió a profanar y que le había hecho vivir momentos paradisiacos. Y cerro sus ojos paladeando el instante, intentando que, de este modo, ella reaccionara, y por el contrario, sucedió que lo que protesto, de manera involuntaria, fue su miembro intentado asfixiadamente escaparse de sus gastados vaqueros. Mientras tanto, ella, había distinguido su olor…el…el… era el…
“Mi preciosa Sultana… es por esto que no viniste y fui silencio y ausencia… descansa. Ya he llegado. Ya nada importa…”
Alterado por las palabras pronunciadas, por los haceres de ese hombre, Fernando se acerco con cierta desconfianza al desconocido “¿Tío, quien eres tú? No la toques…” Y él, levantando su rostro pausadamente en dirección a la voz, cruzo durante unos segundos la mirada con el ser que hasta el se dirigía… Fernando le miraba, le escrutaba, le rebuscaba… el solo mostro apatía e indiferencia adornada con una minúscula sonrisa de carácter casi malévolo. Se sabía mucho más fuerte y poderoso… y durante esos segundos comprendieron ambos…

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