VUELVEN LOS ÁRBOLES AMARILLOS...

VUELVEN LOS ÁRBOLES AMARILLOS...

Penumbra en silencio...

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COLORES MAGICOS EN MIS ARBOLES

COLORES MAGICOS EN MIS ARBOLES

COMIENZA UN NUEVO DIA...

COMIENZA UN NUEVO DIA...
...EN MI DESIERTO...(Erg Chebby)

viernes, 12 de marzo de 2010

Capítulo X: "...¿Y Fernando?"








Estaba tan impresionada, tan perturbada, que casi raspaba la desesperación.
Los objetos descansando en las manos, la tira de papel, la chapita del bonito labrador Bolero, el antifaz, el caballo de ajedrez, la fotografía fantástica de unos preciosos arboles amarillos… pero quedó magnetizada mirando fijamente el mapa de carreteras marcado que ni siquiera vio a los dos clientes que esperaban sonrientes a sus llaves en el mostrador.

Le sentía tan cerca… tanta anarquía. “Esto no puede salir bien. Cada vez que veo a ese hombre, me desdoblo, me descoloco” pensó mientras cargaba con su paquetito al finalizar la jornada de camino a casa… sola.
Llegó. No hay nada que no ordene un té caliente. Y eso hizo. Conectó el mp3. Sonaba Tony Zenet y esa canción: “Déjame esta noche soñar contigo.” Con premura y cierto atropello, se quitó la ropa y se puso una mullida camiseta enorme gris, (seis tallas más que la suya tal vez) la cual no recordaba la procedencia, pero la hacía sentir abrazable. Tomó su taza humeante de té y dejo reposar la cajita entre sus muslos sentándose en su destartalado sofá. Cerró los ojos sorbiendo y saboreando el cálido y dulzón sabor de la taza… Le recordaba. Sus ojos profundos…sus manos crudas y enérgicas… su dimensión intensa, sonreía inmortalizándole y se mordía los labios cuando pensaba en esas manos recorriendo todos sus milímetros. La última vez que le vio le pareció sumamente atractivo... poderoso. Resonaba en su mente su rostro, en aquel fuego… su sonrisa.
“¡Basta ya!” Reconoció su propia estupidez y empezó a deshilvanar de nuevo los objetos de la cajita. El mapa. ¿Qué quería él con ese mapa? Tal vez que ella fuera a buscarle allí? Y como haciéndola volver a la cruda realidad, sonó el teléfono… Fernando.
“Dios mío... olvide llamarte cariño… perdóname, acabo de llegar a casa. ¿Vienes para aquí?”
Fernando era un cielo. Es el característico hombre del que enamorarse, tener hijos y bla bla bla. Apuesto, alto, inteligente, educado, culto y decidido. Aspecto impecable, ropa de marca, arrogancia y un toque altivo. Un arquitecto que había vuelto hacia 3 meses de Tokyo de terminar un proyecto importante relacionado con los anoréxicos edificios que se construyen en Japón. Compartían momentos juntos desde hacía unos 3 años, quitando el último de ellos en el que Fernando embarco para Tokyo. Se habían comunicado por teléfono y vía mail. Pero las cosas cambiaron drásticamente desde que él apareció en su vida. Las llamadas ya no le interesaban tanto… los mails quedaban días sin abrir… Y Fernando lo había percibido… sencillamente esperaba expectante a que ella vomitara todo lo que sentía. Cuando Fernando llegó, vio la cajita sin prestar demasiada atención. La besó profundamente y ella se dejo beber, perdón, besar. En realidad no deseaba tener sexo con Fernando. Conocía perfectamente sus gustos y aficiones, pero desde que en su vida se asomó su extraño collaborateur, nada en el paladar de su boca era igual. No obstante… unas leves caricias en su nuca… unos besos dulces y vigorosos en sus carnosos labios, siempre pensando en él… concentrada en él, y así se descubrió medio desnuda en brazos de un hombre que no era él.
Cerró sus ojos y le llamaron sus dedos…
Con destreza y paciencia Fernando se deshizo de toda la ropa sobrante...
El tiempo corría, de pronto observó sus ojos, ella le miraba pero no con deseo, observándole como algo más del decorado, y Fernando clavó descaradamente sus ojos en los de ella , zambulléndose en sus verdes pupilas, y para su asombro, ella mantuvo la mirada, desafiándole o retándole, y en ese momento el sintió que su corazón latía casi provocándole dolor contra sus costillas, la adrenalina se podía sentir fluyendo, el muchacho no podía dominarse, era incapaz de controlarse, era un títere de sus señales hormonales, su subconsciente y sus instintos.

Ella se percató que Fernando sufría una erección colosal, ver esa cintura asemejándose a una diosa griega, ese cuerpo sacado de una revista de lencería puso todo el mecanismo masculino en acción, el sudaba testosterona e inundaba el ambiente con hormonas invitándola a tener sexo. ¿Dónde estás Dueño de Mis Sueños? Pensó ella…
Fernando se abalanzó delicadamente sobre ella, sintiendo la temperatura y le textura de su piel, comprimiendo sus tetas sobre sus pectorales, le encajó la manó entre sus muslos, su pubis perfectamente depilado, era delicado, con labios finos y tibios, introdujo un poco el dedo, ella se mordió los labios. Cerró los ojos y sólo con el tacto lo podía imaginar, igual que sus pezones erectos. Fernando sentía excitación, nunca había visto su polla tan grande, ella ya estaba lista para recibirlo, lo notaba por la humedad que brotaba de su sexo, se agachó poniendo sus rodillas en el suelo, y colocándose a la altura perfecta para que su sexo quedara a la altura de la cara sentado en el sofá, suavemente le arranco el tanga con los dientes, ahora su sexo era de él, estaba indefenso abierto como una flor para que Fernando incursionara en el, con los labios rosados iguales a los imaginados y disfrutados tantas veces, depilado y suave, todo húmedo.
Apasionadamente se dedicó a besuquear, mordisquear, la delicia que tenía enfrente, le encantaba tener un dedo metido dentro de ella mientras su lengua golpeaba su clítoris, su miembro se animaba a ratos y pronto estaría en su máxima expresión luego de haber vomitado todo su contenido, ella dejaba escapar pequeños gemidos entre sus dientes blancos; que el interpretaba y así volvía a hacer aquello que la excitaba más.
Y así, con violencia, la penetro salvajemente. Sus arremetidas la hacían suspirar y gemir de placer, ya no trataba de controlarse, extendía sus brazos y la agarraba por la cintura, su voz era increíble, ella reaccionó a sus palabras gimiendo… su respiración era rápida, agitada y entrecortada atestada de grititos de placer.
Gotas de sudor perlaban su cara y lubricaban su cuerpo concediéndole una imagen salvaje. Era una diosa follada por un mortal. Sin embargo, la diosa se sentía solo un trapito desechable… solo pensando en aquel, en su mente resonaba la canción de su voz. Deseó gritar. Tal vez llorar… Prefirió pensar en el mapa. Iría a ese lugar.
Tenía que acabar o empezar con esto.
Debía hablar con Fernando… Definitivamente. Tal vez después del viaje. Lo decidiría mañana.
Al día siguiente, cuando abrió sus ojos, Fernando ya no estaba. En su lugar, donde quedó su huella en la almohada, descansaba una notita: “¿Comes conmigo nena? Te llamo luego. Besos.” Miró la hora en su teléfono móvil con la nota aún en su mano, y descubrió un mensaje de texto que supuso de Fernando. Lo abrió sin demasiada avidez… Oh!!

“Ven, que concibamos
la respiración oscura de tu vulva...
En su latir pulsaba el pez del légamo,
y yo latía en ti.
Me respiraste,
en tu vacío lleno.
yo palpitaba en ti y en ti latían
tu vulva, el verbo, el vértigo y el centro.
Si no vienes, seré silencio y ausencia”

Era el!! Un mensaje de texto invitándola a verle!!

Dejó la nota como si se tratase del envoltorio de un caramelo, y se duchó, vistió y agarró el mismo y aburrido camino a su trabajo. Hoy era diferente. Pediría unos días libres para ir de viaje. Aún sin saber el porqué pero lo haría. Mientras caminaba, se veía a sí misma conduciendo hasta allí… viéndole de nuevo… Conjeturaba que estaría haciendo él en este preciso instante. Le veía sentado y sosegado, rodeado de aquellos olores que la hacían enmudecer, observando por una ventana con una taza de café en sus manos, tal vez pensando en ella, rememorando su voz, su piel, su pelo, hasta sus entrañas…el mero hecho de traerle a su mente la hacía sonreír, pero… ¿Y Fernando?...

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