Empieza un nuevo año.
Otro.
Espero no volver a pasar otra Navidad igual.
No la aguantaría.
En esos ratos que el tedio me lleva al sofa,
de pronto me encuentro acunando a mi gato,
arropándolo con la manta,
tapándolo con cuidado,
para que no se despierte.
Pero,
asombrado,
mientras me deja hacer,
gira su cuello y,
con esa maravillosa cara de inocencia,
me mira,
inténsamente,
como pidiéndome...
"!enséñame a hablar, que...
necesito decirte cuánto te quiero...!"
...Como yo a él.
(Estoy seguro que mis hijos me hubieran querido mucho...)
A mi lado,
enroscadas como si fueran una sola,
mis dos perras duermen.
Ellas,
más simples,
sólo parecen conformarse con mi presencia..
Y yo miro:
esa carita de ojos miel a mi derecha,
que duerme tranquila....
ese bulto de pelos, uñas, orejas...
que reposa a mi izquierda...
Y no quiero pensar, pero no puedo...
Sigo atrapado en una turbulenta tormenta de arena,
que me impiede respirar....
sigo esperando,
como siempre,
hasta no sé que momento o qué cosa.
No sé cuál será mi límite o,
si quizá ya lo he sobrepasado.
Y esta noche,
madrugada ya de Año Nuevo,
sólo,
como siempre,
estoy donde seguramente me merezco,
mirando las estrellas,
que nunca me abandonan,
de pié,
junto a esta desvencijada caravana.
La Osa Mayor....pienso;
el aire frio me despeja,
antes de...
agachar la cabeza, sumido en mis tormentas,
y abrir la pequeña puerta.
Seguiré esperando...
...como siempre.